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¡Ay Undevel! Misa flamenca-sinfónica en Pamplona


No hay palabras, más bien una experiencia a vivir, la sucedida este 24 de agosto de 2105, en el grandioso marco de la Catedral gótica de Pamplona. La misa flamenca ¡Ay Undevel!, la Orquesta Sinfónica de Navarra, la Capilla de Música de la Catedral y un numeroso grupo flamenco – unas cien personas – han escenificado la Misa compuesta y dirigida por Paco Suárez, un gitano extremeño con mucha experiencia de composición de carácter místico – litúrgico de lo flamenco.

Director de la European Romani Symphonic Orchestra, Paco Suárez es autor de varias misas flamencas y músicas religiosas, como Así reza mi pueblo, Amor de Dios, Premio Nacional Bravo de la Conferencia Episcopal.
¡Ay Undevel! (¡Ay Dios mío!), es una súplica ante la adversidad, una llamada a lo divino, una breve plegaria en busca de amparo. En lo gitano, no hay rezo sin canto ni canto sin rezo. El sentido de esta misa es el de una oración, arraigada en lo más profundo del pueblo gitano desde tiempos
ancestrales.

Los intérpretes principales del grupo flamenco: Pepe Habichuela, Josemi Carmona y Jairo de Remache a la guitarra. Jorge Pardo, solos de flauta, Ostalinda Suárez, a la flauta travesera; Al cante José Enrique Morente y Remedios Amaya. Y también el cantautor flamenco Antonio Remache, Fraskito, guitarrista y compositor, el cantaor y compositor Salomón Motos, Toni Bermúdez El Almendro y José Jiménez Selín.
La misa comienza con una Obertura con raíces clásicas griegas, hindúes, hebreas y todas a las que se atribuye el origen del flamenco. Primero actúa el coro seguido de las guitarras, al cante el veterano José Jiménez El Selín con El amor de Dios tiene su poder. Jorge Pardo borda un solo de flauta. Sigue un Kyrie emocionante en el que se alternan la orquesta y coro polifónico de la catedral y repetición completa con Kiki Morente al cante. La orquesta y el coro ponen el punto final. Aquí Paco Suárez ha querido recordar la misa por el centenario del nacimiento de Agustín Castellón, más conocido como Sabicas, en 2012, deseándole un eterno descanso. Respetando el sentido litúrgico combina distintos ritmos y composiciones instrumentales.

Tras el Credo hay una hermosa serie de oraciones gitanas con guitarras y Morente al cante: El pueblo que canta/quiere cantar para Ti, Señor. El Ofertorio ha estado a cargo de la orquesta y el grupo flamenco. El momento de la consagración, es un momento de especial esmero por parte del compositor. Primero actúan la orquesta y coro, antes de las palabras de la consagración por el celebrante. Luego el cantaor repite las palabras de la consagración con una jondura inimitable. La orquesta y el coro dan el toque final al momento más importante de la misa. El Padre Nuestro
por orquesta, guitarras y Remedios Amaya. Se suceden los cantos de la comunión y los del rito de la paz, quizá lo más espectacular (y popular) de la misa. Orquesta, Kike Morente, el bailaor Juan Ramírez, vestido de rojo, se mueve al ritmo que le marca el cante, en mutuo diálogo de expresión de amor divino, que es el significado de la comunión. Lo que distingue al cristiano/es el Amor…Amor, Amor . Las palmas marcan el ritmo.Van desgranándose siguiriyas, tonás, cañas, farrucas, tangos, soleás, impregnadas del misticimo que la ocasión requiere.

Sigue una suave sinfonía por la orquesta. Despuès, aún siguen cantes alusivos a la comunión recibida: Al cordero inmaculado/voy a encontrar/ tanto amor, tanta dicha/por la que suspira noche y día/el alma mía. Creo que esta es la canción más bonita, por el sentimiento personal que contiene.
Después en homenaje a la Virgen María – la catedral de Pamplona se llama Santa María la Real – el Ave maría de Schubert con arreglos de Paco Suárez. Alternan orquesta y coro con el grupo flamenco, canta Remedios Amaya y de nuevo orquesta y coro para el toque final.

Como broche de oro, el impresionante Ruego por los gitanos. La orquesta y el grupo flamenco interpretan El amor de Dios/tiene su poder/etc en esperada apoteosis final.
Ahora sí, toda la audiencia en pie, gritando bravos y aplaudiendo a rabiar. La verdad, hay que dar las gracias por el privilegio de haber estado ahí, con la catedral a tope, seguro que más llena que nunca y entre ellos los gitanos de Pamplona, no sé si todos, pero muchos. Como no podía ser de otra manera.

Recorte de prensa

Fuente: El Español

 


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